Grupos de Networking y el reto de liderar un pulpo salvaje

Al analizar el espíritu y la estructura de este tipo de redes, nos damos cuenta de que se sustentan en tres pilares y desafíos principales: resiliencia, liderazgo y mentalidad. De hecho, se trata de mantener las conexiones vivas en un crecimiento rápido -y en cierto modo, incontrolable-, con un liderazgo sólido, aunque extremadamente creativo dentro de una estrategia ingeniosa, para todo lo cual se requiere una mentalidad innovadora.

Tres pilares que definen si una red lidera de forma sostenible o no.

Al igual que un pulpo con tres corazones: uno transporta sangre a las branquias y dos promueven la circulación a otras regiones del cuerpo. Todo un ecosistema en un solo cuerpo, lo que sugiere que las redes de networking son incontrolables y toman sus propias decisiones, marcando el camino de sus miembros, y no al revés. La capacidad de interpretar su dirección nos dará la respuesta para una estrategia flexible a mediano plazo. No solo analizando la estructura corporal y la personalidad del pulpo [1] podemos establecer similitudes, también aprendiendo de su asombrosa capacidad para sobrevivir y transformarse. Empecemos diciendo que son animales muy inteligentes, con buena memoria, al igual que las redes que evolucionan casi solas con una capacidad excepcional, conservando recuerdos de sus acciones pasadas y de sus miembros, que los enriquecen o los destruyen por igual. Al crear sus propias reglas y condiciones dinámicas, desarrollan una gran capacidad para resolver fricciones internas. Su cuerpo, muy flexible y capaz de colarse por pequeñas grietas y hendiduras, nos recuerda como las redes se adaptan a los múltiples desafíos: crisis financieras, pandemias, super-tecnología, etc., adaptándose a gran velocidad y prácticamente sin esfuerzo.

Una habilidad muy especial de las redes de networking es su capacidad de regenerarse, sorprendentemente sin perder su esencia ni propósito. Lo mismo podemos decir del pulpo: una vez atrapado por uno de sus tentáculos, puede desprenderse y regenerarse al cabo de un tiempo, sin causar daños irreversibles. Con una creatividad poderosa y transformadora, las redes la utilizan como el sifón de agua para el pulpo: expulsando agua para impulsarse. Sin embargo, una competencia agresiva las mantiene constantemente en alerta, como si escaparan de depredadores, utilizando su esencia particular:  producción intelectual y desarrollo tecnológico constante. Un motor de supervivencia puro, que les permite mimetizarse casi instantáneamente con su entorno mediante el camuflaje, adaptándose a cualquier circunstancia, especialmente a las conflictivas. Esta nueva habilidad crea un grupo completamente nuevo que adopta los colores de sus miembros y culturas. Es precisamente esta rara capacidad de imitar colores una de las poderosas herramientas que les permite a los pulpos crecer y desarrollarse, evolucionando hacia una nueva entidad. En realidad, la pregunta es: cómo lideramos redes independientes, flexibles y que se regeneran, como entidades transformadoras que se mueven y crecen por sí mismas?. La respuesta no es nada fácil, ya que nos alejamos de los códigos de liderazgo tradicionales que limitan nuestra capacidad de ver más allá, equiparando liderazgo a compromiso inamovible, cuando no lo es. Como agua en las manos, los líderes tradicionales intentan controlar lo incontrolable: un proceso que les imprime de singularidad. Por lo tanto, lideran, pero no interactúan con sus miembros. Una acción basada en un despliegue masivo de recursos y el protagonismo de los líderes, lamentablemente, sin compromiso de crecer como una red sino como una especie de nodos conectados que intercambian datos y recursos.

Cuando hay interacción, intercambio, conexión y creación, sin embargo, sin un liderazgo adecuado, el grupo toma el control y construye sus propias sinergias. Un claro ejemplo de interacción sin liderazgo. Una forma peculiar pero extremadamente efectiva de llevar la red al siguiente nivel es el concepto que he denominado: “Liderazgo Zero“[2]. Vivimos en la “era Zero”: zero meditación, zero formación, zero impacto neto, zero debate, etc. Todos ellos evocan la idea de que, al reducir nuestros esfuerzos y recursos, maximizamos los resultados; por lo tanto, dentro de un enfoque orientado a resultados que surge por una nueva mentalidad. Por ejemplo el concepto de zero residuos no se trata simplemente de zero vertederos, sino de un proceso integral de gestión donde todos los elementos forman parte de un proceso de reutilización.

Convertirse en un verdadero líder adaptado a los desafíos actuales de la red también implica liderar a otros de forma horizontal, cambiando con el tiempo y los objetivos en un momento específico. Aferrarse a la acción des plegada por los grupos de networking es una forma de reciclar el concepto tradicional de liderazgo y aprender de entidades como los pulpos, y desarrollar así una personalidad propia y especial. El líder está presente sin esperar ser seguido, creando sinergias sin estar exactamente alineado con las expectativas del resto de los líderes. Un nuevo liderazgo: sin carisma ni jerarquía, no necesariamente poderoso individualmente, pero con el poder de generar grandes cambios a mediano plazo. Un proceso que exige resiliencia, una mentalidad abierta y una actitud positiva basada en la paciencia y la tolerancia.

La forma de un grupo de networking, el espíritu de un pulpo.

100% redes, zero líderes: ¡el futuro ya está aquí!

[1] https://definicion.de/pulpo/

[2]https://thesustainabilityreader.com/2021/05/07/the-zero-leader

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